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Transcreation: formal and informal versions of the same article

By Germán Garis | 2017-01-03

“Transcreation” can be defined as the process of adapting a message from one language to another, while maintaining its intent, style, tone and context. The text is not only “translated” but adapted to the target culture and language. The copy produced in the target language should sound idiomatic in terms of word choice, expressions, sentence structures and cultural references.

Below we have an original English humorous article that was transcreated into an informal and a formal version. The “formal” version uses the form of address “usted” in Spanish and the language used is academic and highly educated. Cultural references are more “universal”. By contrast, the “informal” version uses the “voseo” form found in Argentina and Uruguay, and is more colloquial in terms of language and structures used. It is adapted to forms, expressions and cultural references of Argentina.

Sex cool

(Original English article written by Hugh O’Neill for Mothering magazine)

Once you’re a father, you won’t look or move anything like the stud-duck who once made her face warm

Of course, the biggest threat to your sex life isn’t the fact that the children turn all those summer-sun fresh-linen afternoons, those old times of murmur and surge, into times of Play-Doh and squeal. The biggest threat is what they do to what used to be called your sex appeal. Consider their influence on just two primary sexual characteristics, your hair and your postures.

On Paternal Hair: Women have a thing about men’s hair. In all those surveys on what women look for in a man, good hair ranks higher than everything but a nicely faded pair of jeans. Indeed, good hair is the only difference between a cute guy and a guy who always looks sweaty. What do children do to your hair? First, once you have kids, you’ll never again have a chance to comb it. But second, and more important, a kid riding on a grown man’s shoulders tends to hang on by the hair. Four-year-old fists full of sand just don’t do much for the coif. The fact is, most women can spot a daddy from his hairstyle – parted on both sides.

On Paternal Posture: A man’s posture means a lot to his woman. It doesn’t really matter what kind of body you have as long as you carry yourself with an easy shambling swagger, as long as you move like a guy who’s at home on this particular planet. But fatherhood blows your posture right out of the water. Even if you’ve mastered the slightly pigeon-toed shuffle of the varsity athlete, children devastate your style. The truth is, it’s near impossible to be cool on your hands and knees. It’s tough to remind her of Claude Rains when you and your daughter have just won the crab-walking relay.

Once you’re a father, you won’t look or move anything like the stud-duck who once made her face warm. Consequently, if you’re to have any chance to remain the object of her lust, you’ve got to work on a subliminal level. A few suggestions:

  • On occasion, do a Bogart imitation. While gesturing toward her with a jelly glass of wine, say in a no-matter-how-bad-as-long-as-it’s-clearly-Bogey voice, “Here’s looking at you, kid. I know this sounds like a cheap trick, but these are desperate times. Trust me.
  • Wear her father’s after-shave. This is complex but not dumb. Better to smell like her father than like strained peas.
  • Whenever possible, wear shades. Sun-glasses are not fatherly: they’re cool. Alternatively, consider wearing a headband and denim jacket while strutting around the house singing “Born in the U.S.A.”.
  • Remind her of stories about the early days of your romance – the time you danced in the courtyard, your first kiss. If necessary, make up romantic things you did to win her heart. The goal is to remind her that you remain her Lancelot despite the oatmeal on your shoes.

Of course, even if you’re able to convince your wife that you’re still a hot ticket, paternal fatigue can be an obstacle to a vigorous sex life. Often, by the time the children are asleep, Mommy and Daddy can barely breathe, not to mention do the D. H. Lawrence skit.

But any successful creature adapts to its environment, husbands its resources. Parents must learn to have minimal sex, conserving their energy for the next onslaught of their children.

 

Informal version   Formal version
     
Sexo piola

Ya papá, no te parecerás al toro fogoso que alguna vez hizo arder de pasión a tu mujer.

Fogosidad sexual y paternidad

Cuando se haya convertido en padre de familia, usted ya no se asemejará al galán apasionado que alguna vez logró enardecer a su mujer.

   
Claro que la peor amenaza contra tu vida sexual no tiene que ver con lo que las criaturas le hacen a tus alucinantes tardes de verano entre sábanas frescas, cuchicheos al oído y algo más… todos esos lindos momentos, ahora convertidos en muñequitos de plastilina y chillidos insoportables. No. La peor parte se la lleva tu “sex-appeal”, que ahora es tu “ex-appeal”, porque de él no queda nada. Veamos qué sucede con dos de tus puntos fuertes: el pelo y tu forma de pararte y caminar. Por supuesto, la amenaza más inminente que se cierne sobre la vida sexual de un padre no es que los niños conviertan esas plácidas tardes de verano entre sábanas frescas, suaves murmullos y juegos amorosos, en muñequitas de plastilina y chillidos insoportables. No. La amenaza principal es lo que acaban haciéndole a sus “cualidades masculinas”, ahora inexistentes. Analicemos la influencia de los niños en dos de las principales características masculinas: el cabello y el porte.
El papá y su pelo: Para las mujeres, el pelo de los hombres tiene un “no sé qué”. Cuando en una encuesta se les pregunta qué es lo que más las da vuelta de un hombre, la mayoría responde: “Primero, unos jeans gastados, y segundo, el pelo”. Si tenés bien el pelo, estás fuerte; si no, sos un aparato y un grasa. Tener el pelo como Dios manda parece ser la única diferencia. Acerca del cabello de un progenitor: A las mujeres les atrae el cabello de los hombres. Todas las encuestas destinadas a averiguar qué es lo que más les gusta de los hombres revelan que el cabello es, en efecto, uno de los atractivos masculinos más importantes, después de un par de vaqueros descoloridos. Una agraciada cabellera es, en la mayoría de los casos, la única diferencia entre un hombre de buena presencia y uno desaliñado.
   
¿Qué hacen los chicos con tus mechas? En primer lugar, una vez que sos papá, olvidate por completo de la idea de pasarte el peine. Pero segundo –y todavía más importante–, los péndex tienen la costumbre de agarrarse del pelo cuando van a babuchas del padre. Las manitos llenas de arena no se llevan bien con el pelo bien arreglado. La cosa es así: la mayoría de las mujeres pueden detectar un papito por el pelo partido al medio, no le queda otra. ¿Qué hacen los niños con la cabellera del padre? En primer lugar, una vez padre, usted nunca más volverá a tener tiempo para peinarse. Pero, en segundo lugar, y más importante aún, los pequeños suelen asirse del cabello cuando van sobre los hombros del padre. Una criatura de cuatro años con las manitas cubiertas de arena no contribuye a que el padre luzca un buen corte. La mayoría de las mujeres pueden reconocer a un padre de familia por la forma en la que está peinado: con el cabello irremediablemente partido al medio.
El papá y su manera de pararse y caminar: El porte de un hombre es casi todo para su mujer. ¡Qué importa el lomo si caminás bien a lo canchero, si actuás como un tipo que se las sabe todas! Pero la paternidad acaba con tu porte de un plumazo. Aunque hayas logrado imitar el andar de un tipo que hace fierros, tus hijos aniquilarán tu pinta. La verdad sea dicha: es toda una proeza resultar canchero en cuatro patas, o parecerse a Paul Newman después de ganar con tu hija una carrera de embolsados. Acerca del porte de un progenitor: El porte de un hombre es de gran importancia para su mujer. En realidad, no importa que usted tenga o no el cuerpo atlético, siempre y cuando arrastre un poco los pies al caminar y se mueva de manera jactanciosa, desenvolviéndose como quien se siente a gusto en este planeta. Pero la paternidad acaba con su imagen de una vez para siempre. Aun si ya logró imitar el andar ligeramente rígido de un atleta consagrado, los niños devastarán su porte. A decir verdad, es casi imposible resultar atractivo con las manos y las rodillas apoyadas en el piso. Es prácticamente una utopía pretender que ella lo vea parecido a Paul Newman después de ganar con su hija una carrera de embolsados.
   
Una vez que seas papá, no te parecerás al toro fogoso que alguna vez hizo arder de pasión a tu mujer. Por lo tanto, si querés tener todavía alguna oportunidad de excitarla, apelá al subconsciente. Aquí van algunos consejos: Cuando se haya convertido en padre de familia, usted ya no se asemejará al galán apasionado que alguna vez logró enardecer a su mujer. En consecuencia, si aún quiere tener alguna oportunidad de seguir siendo el objeto de su pasión, deberá trabajar a nivel del subconsciente. Nos permitimos hacerle algunas sugerencias:
·         En ciertos momentos, hablale con la voz de Oscar Casco. Con un vasito de plástico con vino, acercate y decile (no importa que te salga mal con tal de que suene a Casco): “Mamarrachito mío…”. Ya sé que parece un truco de décima, pero estos son tiempos desesperados, creémelo. ·         En ciertas ocasiones emule a Bogart. Mientras se le aproxima, sosteniendo en la mano un vaso de plástico con vino, dígale (no importa lo mal que lo imite, siempre y cuando se asemeje a Bogart): “Brindo por ti, nena”. Sé que parece un viejo ardid barato, pero estos son tiempos desesperados. Confíe en mí.
·         Usá la misma “loción para después de afeitarse” que tu suegro. Es un recurso retorcido pero no ridículo. Es preferible oler como su papá, y no a puré de papas. ·         Use la misma “loción para después de afeitarse” que su suegro. Esta es una estratagema rebuscada pero no ridícula. Es preferible oler como su padre, a oler como espinacas recién coladas.
·         Siempre que puedas, usá lentes oscuros. Los anteojos para sol no son paternales: son piolas. Como alternativa, considerá la de atarte un pañuelo al cuello y abrirte la camisa hasta la cintura, mientras movés provocativamente las caderas y cantás “Rosa, Rosa, tan maravillosa…”. ·         Cada vez que sea posible, use lentes oscuros. Los anteojos para sol no son paternales, tienen todo el desenfado juvenil. Como alternativa, considere la opción de usar vincha y chaqueta de jean, mientras se pavonea por la casa cantando “Born in the U.S.A.”, como Bruce Springteen.
·         Recordále anécdotas de los tiempos en que se enamoraron: los bailes del club, tu primer beso. Si es necesario, reviví las cosas románticas que inventaste para conquistarla. El objetivo es hacerle creer que seguís siendo su Príncipe Azul, a pesar del Nestún pegado a tus zapatos. ·         Recuérdele anécdotas de los tiempos en que se enamoraron: esa vez que bailaron en el jardín, su primer beso. Si es menester, recree las cosas románticas que hizo para ganar su corazón. El objetivo es recordarle que usted sigue siendo su Lancelot, a pesar de la papilla pegada en sus zapatos.
Por supuesto, aunque puedas convencerla de que todavía estás en carrera, el desgaste que causa ser papá juega en contra de una buena vida sexual. Cuando los chicos finalmente se duermen, casi siempre papi y mami apenas pueden respirar, mucho menos jugar a la pareja de “Nueve semanas y media”. Lógicamente, aun cuando le sea posible convencer a su esposa de que usted todavía es un bocado más que apetecible, el agotamiento que ocasiona la paternidad puede ser un obstáculo para una vida sexual vigorosa. A menudo, cuando los niños ya están durmiendo, mamá y papá apenas pueden respirar, mucho menos representar las escandalosas escenas de El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence.
Pero cualquier criatura se adapta al medio y aprovecha sus recursos. Los padres tendrán que arreglárselas con un mínimo de sexo, ahorrando las energías para el siguiente ataque de sus hijos. De todas formas, cualquier ser vivo se adapta al medio ambiente para sobrevivir y sabe administrar sus recursos. Los padres deben aprender a vivir con un mínimo de sexo, conservando sus energías para enfrentar la próxima embestida de sus vástagos.

 

The left column includes the “official” version of the transcreated article that was published in Uno Mismo magazine from Argentina, #110, August 1991. The right column includes the “formal” version. Both versions were done in a literary workshop by Ana Aizenstat, Livy Ávila, Liliana Ditella, Cynthia Neme, María Cristina Pinto, María Laura Ramos and Silvia Rivère.